miércoles, 30 de noviembre de 2011

¡Adiós, escuelita, adiós!

De camino a tierras guatemaltecas, no puedo evitar acordarme, extrañar y pensar en todos aquellos seres que han convertido nuestra estancia en Honduras en algo inolvidable. Y es uno de esos recuerdos que no se borrarán de nuestras mentes y mucho menos de nuestros corazones.

El jueves 24 de noviembre, tras varios días sin estar en Santa Teresa, subíamos a las 8 de la mañana en el camión con la ilusión de despedir a nuestros niños en la celebración que ellos tenían. Pero muy a pesar nuestro, desconocíamos a esas horas la emoción y los sentimientos que fluirían a lo largo del día.

La primera sorpresa fue nada más llegar, nuestros pequeños no estaban en la escuela. Tenían la mañana libre y entraban a las 13h. Con risas, limpiando y preparativos llegaba la hora. Una celebración dirigida por el padre que poco antes de acabar tomó un giro inesperado y se tornaron los papeles. Por un rato, los niños nos cedieron el protagonismo a 3 personas que habían convivido con ellos. Lejos de afán de protagonismo, nos vimos envueltos en una encerrona planeada por niños, padres, profes y el padre. Palabras micrófono en mano, bailes y canciones preparadas por los alumnos (impresionante como bailan punta y como nos cantaron, la ilusión y las ganas que le pusieron, y porque no, lo callando que se lo tenían todo…) y regalos. Consiguieron dejarnos sin palabras e incluso humedecer los ojos con gotas de alegría. Hoy, después de que han pasado varios días, todavía los ojos se me vuelven cristalinos al recordar el momento.

Y tras acabar el espectáculo, el detalle más bonito, como decenas de niños te venían a regalarte un abrazo y a darte un beso deseándonos buen viaje, otros pidiendo que nos veamos pronto e incluso algunos diciéndonos que no nos fuésemos. Los abrazos y cariños no cesaban, incluso con tres niños en brazos al mismo tiempo. A todos nos hubiese gustado dedicarles unos segundos y decirles algo por lo bien que se han portado con nosotros pero no es fácil despedirse de 1800 niños. Además, no había acabado ahí, los profes nos tenían preparado una última bonita sorpresa, un rato de agradable compañía con ellos acompañado de unas viandas típicas hondureñas para que nos vayamos con un dulce recuerdo de Santa Teresa.

“Profe, no se vaya”, “David, ¿Imanol cuando vuelve?”, “Mai, te quiero”, “Javi, chieneeme fuerte”, “¿Cuándo vais a volver?” eran las frases más repetidas y que con cara de tristeza eramos incapaces de darles respuesta, y más, cuando les mirabas a la cara y les veías con lágrimas en los ojos, lágrimas por cuatro personas que han estado dos meses dándoles un poquito de de ellos y mirad cual ha sido su respuesta. Imagínense si cada uno de nosotros fuésemos capaces de dar ese mismo poquito pero todos juntos… Su respuesta se devuelve elevado a una potencia de cariño increíble.

Las lágrimas de una despedida se secan y desaparecen pero el recuerdo de gente que te ha apreciado y querido permanece por siempre, y para mi, Santa Teresa, todo el personal y TODOS LOS NIÑOS DE ESTA ESCUELA tienen un trocito de mi corazón por siempre.

¡GRACIAS POR HABEROS CONOCIDO!

3 comentarios:

  1. NO ES MAS QUE UN HASTA LUEGO, NO ES MAS QUE UN SIMPLE ADIOS....

    COMO BIEN DECIS LOS RECUERDOS QUE OS LLEVAIS, EL CARIÑO Y TODO LO APRENDIDO NO OS LO VA A QUITAR NADIE!!!!!
    DISFRUTAR DE LO QUE OS QUEDA CAMPEONES!!!!!!!!!!!!

    ResponderEliminar
  2. Que bonito!!!!!!!!!!
    Es super emocionante leer todo esto, espero que a la proxiuma visita me hagais un huequito par poder ir yo también.

    Besos y abrazos para todos!!!

    P.D: Javi muchos recuerdos de parte del tio Jesús que se acuerda mucho de ti.Y que pa la próxima no dudes y vete a Mauritania con él!

    ResponderEliminar